Cultura y espacio urbano a fines del Siglo XX
“Una ciudad es un mundo cuando se ama a uno de sus habitantes”. Lawrence Durrel, en Justine.
Se parte de la hipótesis que sugiere que la ciudad adquiere sentido en tanto es capaz de satisfacer el deseo de sus habitantes. Como en todo deseo, subyace la intención de una fusión, en este caso, la fusión habitante ciudad. Cuando este deseo se satisface, se produce un acontecimiento que se expresa
a través de un relato. La ciudad actual se manifiesta a través de fragmentos arbitrarios, de límites imprecisos, cuya conformación surge de la participación de los ciudadanos en diferentes redes. La investigación propone mirar la relación entre conductas, comportamientos y espacios fragmentados y entre deseo y acontecimiento, todo desde la óptica de los relatos urbanos. Teniendo en cuenta que, en todos los casos existe una coherencia entre identidad cultural e identidad espacial,que el ciudadano integra en la imagen de la ciudad. Porque la imagen urbana no pertenece a la ciudad sino a sus habitantes, ya que es el modo como los ciudadanos la representan en su mente; por eso, la imagen identifica a la ciudad, no por como es, sino por como es vista.
CIUDAD SIMULADA:
INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN INTERNACIONAL (2004)
“Pienso en mi calle; o en ti si quieres, pues es lo mismo. La calle donde una palabra tuya cobró tanta vida como ninguna que escuchara antes o después...” Walter Benjamín.
Narraciones, realidades, simulaciones
Hace pocos años vimos en Bogotá, la segunda y la tercera parte de la película The Matrix: Matrix reload y Revolutions. No las he visto y temo que al verla se me desbarate la complicada reflexión teórica que elaboré, al igual que tantos otros, a partir de la primera película, esa que miro cada vez que la presentan en algún canal de televisión, como lo acabo de hacer hace unos instantes.
Es muy tarde en la noche y al igual que cuando vi The Matrix en cine y en las repeticiones que hizo la televisión, en mi pensamiento se confunden la realidad, la realidad virtual y los sueños que tiene el protagonista dentro de la virtualidad. Las tres instancias aparecen reales y no logro evidenciar el paso de una a otra; al igual que en la ciudad, la realidad, la simulación y las simulaciones dentro de la simulación se cruzan y se confunden hasta perder sus límites. Hoy nadie se atrevería a decir que el imaginario bogotano es menos real que la ciudad misma y, quizás, cuando hablamos de Bogotá nos referimos más a la ciudad imaginada que a la real; curiosamente, es esa ciudad imaginada, resultado de percepciones fragmentarias, de prejuicios y de la información de los medios la que consideramos real.
Aquí quiero hacer un deslizamiento hacia el tema de la educación: En esa ciudad imaginada los conceptos de educación y simulación se acercan notablemente: nunca en la historia de la pedagogía el simulacro (es decir la simulación fascinante) tuvo un papel tan significativo. El que creemos observador pasivo, el que llamamos “interactuante en red” acepta y vive intensamente la simulación de la virtualidad. Pero así como navega nómada en la red, navega en la ciudad: es el pasajero que desde la velocidad de los desplazamientos atesora imágenes de acontecimientos simbolizantes para conformar su cultura urbana, que es el resultado de un proceso educativo originado en la práctica significante con la ciudad; esto es ir más allá del reconocimiento de las formas urbanas: la práctica implica la vida en y con la ciudad.
- Es de todos y de nadie, dijo uno de ellos, citando la frase más común y arbitraria sobre la ciudad. - Es violenta, agregó el segundo. – Hace unos años decían que era coqueta2 ¿recuerdan? fue uno de los primeros acercamientos sensibles a la ciudad... ¡pasó tanto tiempo!.. - Está más cerca de las estrellas... terció un recién llegado al grupo, - porque hablaban de Bogotá, ¿verdad?.
En menos de una década la preocupación por la ciudad pasó de la reflexión sobre la totalidad y sus partes al problema de la representación, es decir, a la comprensión del juego entre las múltiples realidades, cada una de ellas una parte, un “fragmento”. El Siglo XX que se inició con el discurso de las partes y el todo, mirando desde la geometría y con la Gestalt de la psicología fenomenológica de la percepción, concluyó con el mismo discurso, pero ya no en busca de coherencias formales entre la totalidad y sus componentes, sino de la independencia de estos. La idea de detalle, parte que explica el todo, dio paso a la de fragmento: parte que se explica a sí misma, ajena a cualquier contexto.
El desarrollo de esa tesis, que aplicada a Bogotá fue la base de la investigación: Bogotá fragmentada, espacio y cultura urbana a fines del siglo xx, mostró que antes de fragmentarse el territorio de la ciudad se fragmentaron los comportamientos de sus habitantes y es en ellos donde se manifiestan las diferentes realidades que representan a nuestra ciudad. Aquel proceso de investigación que duró más de cinco años, se inició en la semiótica cultural, a la luz de las teorías de Umberto Eco, Omar Calabrese y Giuseppe de Matteis, autores que miran los significantes en el marco de la cultura y concluyó con las crípticas reflexiones de Julia Kristeva sobre la práctica significante, su articulación con el psicoanálisis y su acercamiento a la literatura; por último, el desarrollo de esa investigación condujo a Jean Baudrillard y a sus trabajos sobre la simulación.
Bogotá simulada, actual etapa de la investigación, se basa en la narrativa sobre los comportamientos en la ciudad, en los relatos fragmentarios y aleatorios aparentemente ajenos a cualquier totalidad pero capaces de mostrar los rasgos de la vida en la ciudad -que conforman su cultura- y los múltiples imaginarios que se tienen de ella. – Pero... ¿si cada relato, es un simulacro de ciudad... cuál es la realidad? Esa pregunta de mi interlocutor, que apuntaba a invalidar el método y a evidenciar la arbitrariedad del relato, me confirmó su validez: - “La mentira no está en las cosas sino en el discurso que las describe” respondí citando a Italo Calvino en una de sus ciudades invisibles; aunque sospechaba que en el discurso no está la mentira sino la descripción hecha desde el imaginario, porque también el discurso se filtra a través del inconsciente, antes de que el lenguaje lo vuelva consciente... Por eso, no pretendo hablar de las formas de la ciudad, ni de sus significados; los relatos que narran la ciudad y la vida en ella van más allá: se asoman a un horizonte de sentido.
Ahora quiero hablarte de aquella mañana lluviosa, cuando caminamos por la Jiménez hasta el Parque de los Periodistas ¿Recuerdas? Cansados de hablar y de mirarnos, comenzamos a escuchar partes de las conversaciones de quienes pasaban caminando a nuestro lado y con todos esos fragmentos armamos nuestro propio diálogo, nuestra conversación hecha de deseos ajenos, tan parecidos a los nuestros, que pudo haber sido nuestra propia conversación, los signos de la realidad de ese momento.
Porque en cada signo que producimos, en cada mensaje que mandamos, en cada palabra lanzada al aire y en cada mirada que se pierde al final de alguna calle, se esconde un deseo.
Hoy más que nunca, ante la multiplicidad de realidades, la ciudad busca darle ese horizonte de sentido a todas las acciones, a toda la información, a todos los eventos, así como en el marco del pensamiento moderno intentó explicarse a través de la significación y ser entendida a través de una realidad única e indiscutible. O acaso, ¿son las acciones, la información, los eventos, los que intentan darle sentido a la vida en la ciudad? Creo que ambas instancias son válidas. Porque los significados provienen del reconocimiento de las formas significantes y el reconocimiento de nosotros mismos entre esas formas nos conduce a la identidad, a la pretendida realidad, a la realidad deseada. - ¿Deseada o simulada? insistió mi interlocutor. - Tal vez todo lo que consideramos “realidad” sea simplemente una expresión de nuestros deseos.
Miremos, por un momento, este tema en relación con la educación ciudadana: La ciudad educa en todos los momentos, a través de todas las actividades y de todas nuestras representaciones, porque para representar la ciudad hay que atravesar un proceso educativo. Entonces, no hay una instancia educativa específica. Todas las instancias lo son, porque la ciudad es el marco de nuestra existencia, como diría Norberg-Shulz: es el espacio existencial y como tal aparece en nuestras representaciones. Todas las actividades que desarrollamos en ese marco son educadoras.
- Es cuestión de identidad, tenemos que reconocer nuestra identidad, dijo uno de ellos, con la convicción de quien lee un manifiesto, pero con la tensa emoción que antecede a un descubrimiento en el que se depositan muchas esperanzas. - Y la identidad de nuestra ciudad, que seguramente es resultado de las muchas identidades que coexisten... agregó otro, con más deseo que certeza, porque sin darse cuenta intentaba conformar un simulacro de ciudad para asumirlo como realidad. ¿Qué imágenes de Bogotá deambulaban por el pensamiento de estos personajes? ¿Cómo representaban la ciudad de la que hablaban?
La representación (re-presentación), que es la imagen, resulta del efecto de un estímulo reciente sobre una percepción anterior o presentación. Pero, ¿qué imágenes de la ciudad atesoraban los protagonistas de ese diálogo? Y ¿qué estímulos les produjo la ciudad que hizo aflorar ciertas imágenes anteriores que en sus frases aparecen mediadas por el mundo de sus deseos? Como quien cierra una a una las ventanas en un programa de computación para salir de él, el protagonista de The Matrix muere en el sueño dentro de la realidad virtual para salir de ella, para escapar del programa. Bogotá - Bogotá virtual - Bogotá deseada; finalmente, el juego se desarrolla entre los infinitos estímulos que produce la ciudad, las también infinitas imágenes de la ciudad que cada uno guarda en su inconsciente y el deseo.
La ciudad educa a través de los estímulos que propone. Trabajar sobre la educación ciudadana significa, entonces, revisar ́los códigos de esos estímulos: comprenderlos y hacerlos parte de nuestra vida.
En Filosofía de las formas simbólicas, Cassirer señala que “la imagen no es un algo recibido desde afuera”; se puede completar la frase diciendo, que la imagen no es solamente un algo recibido desde afuera. La imagen es el medio material, sensible y concreto, a través del cual se hace posible la representación”, define Amparo Vega y así como el protagonista de The Matrix abre el programa y a partir de él se contextualizan las imágenes que surgen en el vacío sin atmósfera de la pantalla, las percepciones guardadas en el vacío del inconsciente se convierten en imágenes ante los estímulos de la ciudad.
¿Cómo pasar de la metáfora al análisis cuando hablamos de la ciudad? plantea Roland Barthes. Resulta fácil, agrega, hablar metafóricamente del lenguaje de la ciudad como se habla del lenguaje del cine, de las flores. El verdadero salto científico será realizado cuando se pueda hablar sin metáfora del lenguaje de la ciudad. Y eso es exactamente lo que hizo Freud, el primero que habló del lenguaje de los sueños más allá de su sentir metafórico, en un sentido real.
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