Juan Carlos Pérgolis
Clara Inés Rodríguez-Ibarra
INTRODUCCIÓN:
Este texto es resultado de la investigación de dos proyectos desarrollados en la Universidad Católica de Colombia durante 2013 y 2014: Imaginarios y representaciones de la forma urbana en la vida cotidiana en las ciudades colombianas (2013) e Imaginarios y representaciones de la forma urbana en la vida cotidiana en las ciudades colombianas —década de 1990— (2014). Los proyectos están vinculados al grupo de investigación Hábitat Sustentable, Diseño Integrativo y Complejidad. El objetivo general de los proyectos se basó en conocer y reflexionar sobre la relación entre las formas del espacio urbano con los usos y significaciones que la comunidad establece en las ciudades colombianas.
Así, para cumplir el objetivo de las investigaciones, se profundizó en el conocimiento de los imaginarios urbanos; se analizó el problema en el contexto de la dualidad centro-periferia para evidenciar la contradicción entre el tipo de ciudad planteado por el urbanismo moderno y los agentes inmobiliarios de la construcción, y el tipo de ciudad que responde a los imaginarios y representaciones de los habitantes.
El capítulo 1, “Marco teórico y selección de libros y autores”, tiene como objetivo principal mostrar los textos que en su momento fueron determinantes, y otros que aún lo son, en la construcción del marco teórico sobre imaginarios y representaciones de la forma urbana en la vida cotidiana de las ciudades colombianas. Es necesario aclarar que este capítulo se publicó como artículo científico en la Revista de Arquitectura (Pérgolis & Rodríguez-Ibarra, 2013), con el título “El espíritu del tiempo en las ciudades y en sus libros”.
El capítulo 2, “Las condiciones de partida: la ciudad colombiana en años anteriores a 1980”, y el capítulo 3, “La reacción a la ciudad moderna en los años ochenta: una década de reflexión”, hacen parte de los resultados, análisis, discusión y conclusiones de la investigación, iniciada en el 2012 y desarrollada para la Universidad Católica de Colombia durante el 2013. El capítulo 4, “La madurez de la ciudad en la década de 1990: conceptos, formas, usos y significaciones de ‘lo público’”, se deriva de la investigación iniciada a fines de 2013 y adelantada en el marco de la convocatoria hecha por la Universidad Católica de Colombia en el 2014.
Muchos teóricos de la ciudad, entre ellos los investigadores Kevin Lynch (1959) y Gordon Cullen (1978), de la psicología de la percepción, particularmente los pertenecientes a la escuela de Graz, en las primeras décadas del siglo XX afirmaron que la ciudad no es “como es”, sino como es vista por sus habitantes. ¿Cómo vemos y cómo han visto a Bogotá quienes vivimos o han vivido en ella? ¿Qué significan para nosotros, o para otras personas, en otros momentos, sus espacios... sus calles y parques, sus edificios emblemáticos?
Averiguar qué pensaban los bogotanos de su ciudad, cómo la veían y cómo la representaban fue el objeto de este trabajo: ¿cómo representamos algo (por ejemplo, la ciudad)? Tal vez el único modo de conocerlo es observar cuidadosamente cómo se habla de ese “algo”, qué se escribe, qué lugares comunes se citan. Porque, no nos engañemos... la ciudad es como la vemos, pero también es como nos la cuentan. Una pregunta para cerrar este párrafo: ¿cómo vemos y cómo contamos Bogotá cada uno de nosotros?
La representación es el acto por el cual referimos o relatamos algo que se presenta ante nuestros ojos: lo contamos verbalmente o por medio de alguna gráfica u otra acción que permita comunicarnos; por eso decimos que es una segunda presentación (re-presentación). Volveremos varias veces sobre este concepto a lo largo del texto.
Cuando relatamos algo, ponemos en el relato lo que estamos contando, pero también ponemos algo sobre nosotros mismos; sin duda, en el relato se filtran nuestros deseos, nuestros anhelos. Tal vez se filtra tanto de nosotros mismos como de ese algo que estamos relatando.
¿Qué pasa, entonces, cuando contamos cómo es la ciudad? No podríamos sacar una conclusión —que fue el objeto de este trabajo— a partir de las innumerables representaciones de los incontables habitantes de la ciudad; pero sí podríamos hablar de una representación que sintetice los muchos relatos que narran la ciudad, y por medio de esa síntesis, hacer algunos señalamientos sobre deseos, anhelos, expectativas o desencantos de la comunidad. A esa síntesis la llamamos “imaginario urbano” o “imaginario colectivo”. A ese imaginario se refiere este texto.
No podemos negar la emoción que encierra hablar de aquella Bogotá de los años treinta y cuarenta, la ciudad “cachaca”, la ciudad de gabardinas y paraguas, de tranvías y “septimazos”. Por ese motivo, iniciamos el texto con el imaginario de aquella Bogotá cachaca que todavía es patrimonio de la memoria bogotana, como lo son también las urbanizaciones de Karl Brunner, las cuadras de fachadas continuas del centro o la imagen de Chapinero desde la ventanilla del tranvía.
Algo parecido ocurre cuando miramos aquella ciudad de los años cincuenta, que, desde la publicidad y la arquitectura, les sugería a los bogotanos un nuevo modo de vida. En todos los momentos que observamos se cruzaron dos representaciones en el imaginario bogotano: la tradición y la modernidad. Los años cincuenta significaron una puesta al día con el resto del mundo: el centro internacional, el conjunto residencial Antonio Nariño, la autopista norte, la calle 26 y el aeropuerto El dorado, las imágenes temblorosas y fascinantes de la televisión.
Las décadas de los sesenta y setenta fueron años de tranquilidad y estabilidad en las ciudades de Colombia, en especial en Bogotá, que consolidó su cercanía al movimiento moderno en arquitectura, abanderado por la frase de Mies van der Rohe “menos es más”, tan cercana a la sobriedad que Bogotá siempre consideró paradigma del buen gusto.
Pero con el movimiento moderno llegó también la especialización funcional de los sectores de la ciudad: aquí se habita, allá se trabaja, más allá se recrea... esa mirada racionalista y la Gestalt, que proponía una ciudad de bloques sueltos, aislados unos de otros y apoyados cuidadosamente sobre un plano continuo, ya sea duro o verde, permitieron la satisfacción del deseo de modernidad de los bogotanos.
La reacción contra esta ciudad fue el debate entre los académicos del urbanismo occidental en los años ochenta; las ciudades colombianas no fueron ajenas a ese fuerte remezón teórico: se cuestionó el urbanismo del movimiento moderno, la falta de identidad de los espacios urbanos de las nuevas intervenciones y el imaginario se aproximó a la ciudad premoderna, al significado de los espacios tradicionales: la calle y la plaza, los parques.
Más allá de Bogotá, en casi todas las ciudades colombianas hubo importantes propuestas en este sentido: la Ciudadela Real de Minas, en Bucaramanga; la Nueva Villa de Aburrá, en Medellín; todos ejemplos de una Colombia que parecía —desde la teoría— rechazar las propuestas modernas, aunque el mercado de finca raíz continuaba apegado a dichas propuestas, tal vez basados en la economía y la facilidad de desarrollo de los emprendimientos: bloques aislados —cada vez más altos y densos—, en conjuntos cerrados que solo ofrecen a la ciudad la continuidad de sus cerramientos enrejados.
Dos alcaldías sucesivas en los años noventa crearon un nuevo imaginario de Bogotá: las propuestas de cultura ciudadana de Antanas Mockus y las obras de Enrique Peñalosa permitieron la representación amable y optimista de la ciudad, resultado de una apropiación psicológica de la “ciudad deseada”.
Para ver y entender estos procesos partimos de una amplia bibliografía, que constituye el tema del primer capítulo. Esa selección de autores explica la mirada que realizamos sobre Bogotá y, tangencialmente, sobre otras ciudades en Colombia. No se trata de una bibliografía extraña o ajena a nuestro medio; por el contrario, trabajamos sobre los textos que se utilizaron en las universidades para tratar el tema urbano en los periodos observados, incluyendo publicaciones y autores nacionales que explican la mediación de discursos universales en la particularidad de nuestro país.
Los siguientes capítulos hacen un recorrido por el periodo comprendido entre 1950 y 2000. Cincuenta años de representaciones e imaginarios de Bogotá.
Los autores, Bogotá, 2016
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