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Foto del escritorMaria del Mar Arellano Rudd

Realidad-irrealidad en Blade Runner, antecesor de The Matrix

Actualizado: 24 jun 2020

Prólogo-presentación para las tesis de posgrado de los estudiantes Heliumen Triana y Carlos Barriga sobre las películas Blade Runner y The Matrix repectivamente. Maestria en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad. Universidad Nacional. 2006


Juan Carlos Pérgolis

La simulación no es imitación, dice Baudrillard, tampoco es reiteración o parodia: es una suplantación de lo real por los signos de lo real, a diferencia del simulacro, que también en palabras de ese autor, se define como “una imagen creada con el objetivo de fascinar”.

Sin embargo, detrás de todo simulacro se oculta una tragedia: la confrontación entre la realidad y la simulación, confrontación inevitable porque la duda y la realidad son parte de nosotros y la mayor duda que nos acompaña en la vida es la que se nos presenta ante la realidad.

La tragedia del simulacro es el nudo temático de las dos películas que dan título a introducción: Blade Runner y The Matrix. En la primera, como señala Heliumen Triana, el autor de la tesis que presenta este libro, el argumento se centra en el conflicto psicológico y existencial del protagonista y de cinco replicantes, seres tan bien “fabricados” que su diseño los limita a tener una vida de sólo cuatro años para evitar su ascenso y mantener el poder en manos de los hombres. La tragedia se desencadena cuando estos seres toman conciencia de su condición artificial, su condición de simulacros.


En The Matrix, la realidad se deconstruye a través del reconocimiento del fracaso de la humanidad, de esa deconstrucción surgirá una nuevo mundo, una heterotopía sin espacio ni tiempo conocidos; allí el protagonista sabe que hace parte de unas condiciones susceptibles de ser replicadas en el juego cibernético de los bits: la realidad se vuelve representación digital y la tragedia del protagonista se presenta en las múltiples realidades en que se mueve sin poder escapar de ellas. En las dos películas las palabras réplica y replicante adquieren una enorme dimensión, porque la replica es la materialización del simulacro y crea una nueva realidad, justamente esa otra que esconde la tragedia de ser un simulacro.


Para aquellos que crecimos acompañados por la literatura de ciencia-ficción de los años cincuenta y sesenta nada de esto es nuevo: tanto la literatura (que es ficción), como la ciencia (que es simulación) y la ficción (que es simulación y literatura) han estado presentes desde las crónicas marcianas de Bradbury2 y la odisea espacial de Clark3 hasta las comunidades ocultas de Henderson y los juegos con el tiempo de Vonnegurt. Sin embargo las ideas de pasado y futuro, de nostalgia y de mito han experimentado cambios notables entre aquellos relatos de los años cincuenta y sesenta y las dos películas que se indican en el título, incluyendo más transformaciones entre ellas, propias de los más de 15 años transcurridos entre una y la otra.



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